Harakiri Nights

liga de plástico en espiral para el cabello
 

Son las 2:28 a.m. mi respiración es normal, los escalofríos no, pero aún no me siento afligida por síntomas físicos, como otras veces. 
Me he dado ya como unas 120 vueltas por la cama que hoy parece infinita y no logro dormir. Pareciera que mi cabeza es un pasillo de hospital donde hay muchas personas susurrando, pensando que no se escucha lo que dicen entre sí pero olvidan que hay un eco.
Toma agua –me repito– así calmamos un poco esto, a los minutos me levantan las ganas de ir al baño y existe un “puta madre” interno porque pareciera autosabotaje. 


2:36 a.m. ¿cómo es posible que haya pasado tan poco tiempo? Fue una eternidad aquí y con esta tercera ola de calor parece que esta noche vamos a perder la batalla contra el insomnio y ojalá de una se acabe este mundo que ya está cada vez peor. Eso solo lo pienso cuando algún evento en mi vida me lleva a odiar la idea de tener descendencia, luego veo a mis amigos con sus bebés y lo considero de nuevo. 
Vamos a intentar salir a caminar, después de todo ¿qué podría ser peor que estar aquí encerrada en este cuarto? En mi mente todo es más seguro allá afuera. Saldré con Pippa, para qué voy sola si puedo acompañarme con ella, la muevo y la envidio a la vez de verla dormir tan en paz, hago ruido con la correa para convencerla de ir, sale odiándome pero parece entender que ahorita la necesito. 
Camino por el pasillo de madera y hago una pausa para oler un poco porque desde que Vania reconoció el olor a madera mi mente en automático piensa en eso. 


La calle, al fin, que fresco es aquí, no hay nadie afuera de su casa más que yo, estoy tranquila y por supuesto que me dirijo a comprar cigarros, la noche lo amerita y yo también. Ese Oxxo lo opera una chica, que a mi parecer siempre está de mal humor y que también siempre está hablando por teléfono con alguien, incluso ahorita a las 2:49 a.m., me da mis Marlboro blancos y yo por fortuna encontré una jardinera para sentarme, le digo a Pippa en voz baja que solo es un ratito, brinca a mis piernas y se acuesta, no puedo evitar sentir lástima por la pobre que está en la calle a esas horas oliendo a cigarro en vez de estar en su camita. Voy por el segundo, la verdad es que saben muy bien en este momento, me siento mejor aunque noto que inconscientemente ya estoy pellizcando mis pulgares, –no, no, no, la chinga que fue dejar de morderlos después de 23 años– me digo en tono de “no me chingues”. Bueno, es momento de regresar, tomar más agua, pasar al baño y entonces sí dormir. 
Me quedé pensando en la liga en espiral que me regaló Aurora alguna vez y que perdí en Berlín, fue mi favorita y me rescató en muchos momentos, una liga para el cabello de plástico, que ahorita me serviría mucho tener pero también he trabajado en no necesitar de nada en las manos para poder sobrevivir. 


3:02 a.m. estoy temblando, lo que acaba de pasar lo esperaba pero no podía creerlo, me rompió. Voy por el tercer cigarro, ya no pude ni acostarme, prefiero estar sentada en la ventana, Pippa tampoco puede dormir, la tengo aquí recargada suspirando, como si fuera una queja. Y es que pareciera que entiende todo lo que pasa, confío en su habilidad perruna para que me consuele a partir de ahorita. 

En mi cabeza realmente solo hay dos preguntas ¿por qué? Y ¿cómo? Para mi mala suerte no hay respuesta, de nada ni de nadie. Bien dicen que uno tiene lo que necesita y no lo que quiere, yo ahorita quiero saber pero no hay quien me responda. Se me están yendo los cigarros, pienso, no pasa nada ahorita voy por más. 
Camino por la casa, fui por más agua, Pippa ya no me siguió el paso, con este van 5 cigarros, ya no me saben y me cuesta acercar mi mano para fumar porque están temblorosas, ahora traigo el celular en la mano, qué lento está pasando el tiempo, me he repetido toda la noche. 


Son las 5:11 a.m. supongo que alguien en WhatsApp está por despertarse, escribo en un grupo para que alguien conteste lo más pronto posible, seguro Gigi, el bebé la debe despertar por ahí de las 7:00 a.m. ojalá me llame porque me urge y porque en esto, desgraciadamente es experta y un ejemplo a seguir a la vez. Me llamó, lloró conmigo y me afirmó que podía marcarle cuando quisiera. Eso haré, Gigi, créeme. 


Por favor que amanezca, dicen que mañana será otro día, entonces tengo urgencia porque ya empiece, por fin son las 6:19 a.m. ya hay luz y la verdad qué horario tan espantoso, salir de tu casa con luz es una mentada de madre pero bueno, sigo esperando respuestas, aún nada, ni una señal. 
Perdí la noción del tiempo, solo pude hacer tres cosas en estas 4 horas, fue fumar, llorar y seguir preguntando las mismas preguntas que las 3:00 a.m. ya son las 10:37 a.m. mis ojos irritados piden pidos, la neta es que yo también pero de verdad que no lo logro. 


Me acordé que tengo que comer, porque ya son las 2:12 p.m. y seguí haciendo las mismas tres cosas, si mi cabeza funciona con planes, haré uno, fumo un cigarro más, abro la cortina, aspiro la casa, saco a Pippa y me baño. 
Logré el plan y destapar el electrolit y vi en TikTok un cut de “Sex and the City” una de mis películas favoritas así que la voy a poner, rocío en la almohada el spray que mi mamá me regaló un día que es para conciliar el sueño, trae romero y lavanda y creo que para este día funciona bien, ojalá me quede dormida pero no sin antes ver mi escena favorita: la plantadota que le pone Mr. Big a Carrie en la boda, específicamente cuando Charlotte abraza a Carrie y le dice a Big “¡No, no!” Apuntándole con el dedo y evitando que se acerque el muy perro. Ya llegó la escena y yo como siempre ya estoy llorando y con el nudo en la garganta y es que está para un Óscar, cabrón. 
Me perdí, por fin dormí, sigue la película y apenas va en la parte donde Carrie regresa a su departamento, no fueron más de 20 minutos pero logré callar al pasillo de mi cabeza por un rato. 


Ya son las 4:54 p.m. el celular sigue igual, sin respuestas, me pesan y duelen las piernas y no he podido comer nada, tal vez más tarde se me antoje algo de por aquí o aunque sea una cucharada de Nutella lo que sí es que no dejo de temblar, voy a fumar para calmar tantito esto, ya solo quedan 6 cigarros, ahorita tengo que salir por más, Pippa tampoco come y en este punto prefiero que de las dos una consiga estar bien, así que la vamos a poner de buenas con un premio, por ser la mejor compañera para estos casos. 
Puse una serie que honestamente no me interesa ver, pero para que se escuche algo que no sea yo. 


Ya son las 7:15 p.m. me hace reaccionar un mensaje de Vania, está preocupada, como todas mis amigas, yo estoy bien aunque mi voz está cansada y se nota cuando contesté su llamada. 
Ya van más de 36 horas despierta, 24 sin comer y yo me pregunto realmente cuánto puede aguantar una persona así a puro electrolito de horchata –el mejor– por cierto. 


De la nada, ya dieron las 9:21 p.m. ya había más respuestas, no las que quería pero de nuevo, las que se necesitaban, decidí salir, al único lugar donde definitivamente siempre habrá paz, mi mamá y mi hermano. 

Siempre que vengo canto en mi mente "Té para tres" de Cerati y hoy ni de broma quise ponerla en mi mente, para qué le echaba limón. 


Son las 10:36 p.m. fumo otro par de cigarros ya solo quedan 2 y me hago la promesa de que mañana sí voy a comer, que mañana otra vez será un nuevo día, qué ajeno me parece mi cuarto, pero qué cómoda es mi cama. No quiero saber más, ya vi mucho el reloj por hoy así que apagaré esto. 


Son las 11:23 p.m. siento que dormí años, ya tuve que prender el celular para ver la hora, me enoja haber dormido tan poco, ni una hora pude, no quiero abrir ninguna aplicación, lo tendré en modo avión y hoy dudo ser el contacto de emergencia de alguien porque siempre me detiene eso, que alguien me llame de emergencia y yo ser de esas personas que nunca contestan, menos en las emergencias. 


Ya dieron las 2:06 a.m. y solo dormito y despierto cada 10 minutos para ver la hora, ya no quiero fumar, ya me lavé los dientes y es más mi cansancio ahorita que cualquier otra cosa. Escucho como hay gente en la calle, unos weyes pidiendo “ride” a una vinatería, yo solo quiero que se callen ya y me pregunto si tengo que ¿67 años?


Son las 5:29 a.m. y sigo despierta, me tallo la cara y digo un “no mames” en bajito, uso esa expresión para todo, la realidad es que ya me estaba desesperando y es que no dormir te mata y lento y yo siento que de todo esto lo que más me ha chingado es eso, no dormir. 


Las 7:05 a.m. otra vez, tengo una taquicardia y siento como estoy sudando, –agua, eso me falta, agua–.
Me levanto y salgo, siento un mareo gigante y sigo con la promesa de hoy sí voy a comer, respiré un poco, me siento en la sala a ver cómo los sábados la vida se movía más lento en esta calle y sí, todo va un poquito más lento. Ya no veo el celular, por la paz que me falta, mejor lo dejo por ahí abandonado para después fingir que no supe donde lo puse. 


Mentira, me desperté desesperada para ir por el celular, son las 9:46 a.m. habían pasado solo un par de horas y media, qué bueno que dormí, ya me siento mejor. Salgo y todo me saluda alrededor, mi mamá y un olor a café. 
Me siento en paz, lo peor ya pasó o tal vez esté por pasar, pero por ahora ya estoy más aquí, con menos ganas de que las preguntas se contesten, ya se me antojó comer unas cuantas uvas solamente pero estoy de gane por ahora, las 12:17 p.m. Pippa ya resintió el cambio y me juzga desde la puerta con una mirada de confusión, no quiere comer y le urge su peluche azul. 


Así vivo estas más de 36 horas sin dormir por un ataque, leía en Twitter ayer “¿tú por qué no tienes sueño? Alguien respondió “Harakiri Nights” y me acordé de eso mientras estoy fumándome el último cigarro, estoy deshidratada y segura de que bajé al menos un kilo, no me da orgullo, pero a veces toca aprender y cuidarme para que esto no vuelva a suceder y que si sí, la razón no sea esta, no de nuevo, no otra vez. 


La ansiedad existe. 
La ansiedad aísla.
La ansiedad consume.
La ansiedad es difícil. 
Y la empatía y compasión no se encuentra en todos lados, ni en todas las personas.


Elige bien. 

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