Las horas de Junio a Mayo
Ayer te soñé, varias veces te he soñado desde hace tres junios.
Ayer fue muy similar a ese jueves, llovía desde temprano, mis días favoritos empiezan así, menos ese día, ese fue una excepción.
Recuerdo que me despedí de ti tres veces, todas en el hospital, la primera fue cuando me dijeron que estarías en el área de cuidados paleativos, pediste sedantes para dormir y no sentir y entonces me dijeron que tenía que decirte adiós porque todo podría pasar en las próximas horas o días. Llegué y llovía, había que cruzar un pasillo sin techo y recriminé la lluvia, llegué y pedí pasar a verte, me advirtieron que estabas dormido, que probablemente no despertarías más, también me dijeron que ya habías dejado de reconocer a las personas y todo esto como señal de alerta para el corazón, para que no se rompiera más. Entré, te vi, pedí que nos dejaran a solas, me senté a tu lado, te agarré de la mano, la que tomé tantas veces desde que estoy en este mundo, te hablé como si me escucharas porque sí me escuchabas, agradecí tanto tu presencia en mi vida, agradecí tu amor, tu paciencia, tu perseverancia, tu valentía, tus enseñanzas, agradecí los cafés a las once de la noche en un Sanborns, agradecí que siempre me hicieras sentir querida y me volvieras la consentida, agradecí ver contigo Bernardo y Bianca más de cien veces, agradecí tus historias, tus chistes, agradecí todas las cerezas nocturnas en secreto, agradecí que se me cumpliera el capricho de prender una y otra vez la fuente, agradezco el traje típico de Chiapas y comer sin parar polvorones de nuez, agradecí los maratones de Netflix, las noches de box y la charla de las novelas entre comerciales.
Agradecí tu vida y el impacto en la mía y de repente mientras te abrazaba despertaste, me viste y entre lagrimas y con tu voz debilitada me dijiste "mi Nani", sonreíste y seguiste llorando y pediste que fueran los médicos, me sacaron de la habitación, no creían que habías despertado pero así fue, despertaste y con la mirada te despediste.
La segunda vez, me despedí de ti pero esta vez con la certeza de que llevabas dormido tres días, nuevamente me advirtieron que no escuchabas pero esta vez añadieron que, ya no estabas aquí, que solo estaba tu cuerpo tratando de resistir, aún así te hablé, seguí agradeciendo que mi vida haya sido tocada por ti, que tu infinito amor me salvó muchas veces, que fuiste y serás un ejemplo para mi, te dije que descansaras, que el viaje aún era largo pero que sería mucho mejor para ti. Te abracé, me quedé ahí contigo y me fui.
La tercera vez que me despedí de ti ya no te vi, llegó el jueves, yo sabía que la llamada podría llegar en cualquier momento, es algo que esperaba y para lo que me sentía preparada, qué ingenua.
Recuerdo que estaba por empezar la clase, afuera llovía, hacía frío y yo estaba tranquila, eran las 8:37 de la mañana, del 14 de junio de 2018, mi memoria lo tiene presente, me llamaron, salí y contesté, mi mamá en dos palabras resumió todo "ya pasó", dije que estaba bien, que me iría a la casa. Creí estar bien hasta que parada en la puerta, me golpeó la realidad, oficialmente no estabas, después de tantas despedidas el momento llegó, me desvanecí en la pared y te lloré, lloré sin más, me pregunté tantas cosas, cuestioné cómo seguiría sin ti, qué pasaría conmigo, me salvaron Roxana y Andrea, que salieron y ahí en el suelo me abrazaron, me consolaron, me ayudaron a levantarme y me fui.
Llegué a mi casa, te lloré aún más, desde siempre tengo fotos contigo en mis espacios, tomé una y te abracé, me metí en las cobijas y de repente algo se estrellaba en la ventana, de reojo algo volaba por todo mi cuarto, me asusté y grité, me salí y al abrir de nuevo la puerta me encontré con un colibrí, estaba ahí revoloteando sus alas por todos lados, no podía creerlo, ¿qué hacía un colibrí ahí? ¿cómo entró? Le abrí la ventana, salió y yo me calmé, me senté y te agradecí la despedida, la tercera despedida, la vencida, me aferré a que eras tú, porque así lo siento, te llevo en forma de colibrí en la piel, te llevo conmigo siempre.
Después de dos funerales, llegué a tu casa, ahí en tu estudio tenías la misma foto que yo, otra vez la abracé y sentí que te abracé, te lloré hasta que me dormí, no sé cuánto pasó, solo me quedé ahí donde jugábamos con tus trenes, donde me decías qué libros podía llevarme, qué fotos podías regalarme, donde te preguntaba mil cosas y me respondías mil y un. Desperté y empecé a ver tus libros, abrí uno, no me fijé de qué o de quién y entonces ahí estaban "Las horas de junio" de Pellicer, nunca lo había leído y me trajo de vuelta y me permití sentir, me permití llorarte desde lo conocido porque sí, "...Junio se lleva ahora como el viento la esperanza más dulce y espaciosa...". Me permití creer en que solo se muere quien se olvida y yo no te olvido, por lo tanto estás, ahí en algún lugar, ese lugar es adentro de mi, en mis recuerdos de ti, en nuestras fotos, en lo grande que fuiste, mi General.
Entonces te soñé, estabas ahí conmigo, desperté confundida y entendí que mi mente tiene grabado ese 14 de junio y que como cada año, agradezco tu vida.
Te quiere, Nani.
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